El aprendizaje activo

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Introducción

En el vasto universo de la educación, el aprendizaje activo se ha convertido en una estrella brillante que guía a estudiantes y docentes hacia un horizonte de mayor participación, compromiso y resultados significativos.

Este enfoque, que podría definirse como el antídoto contra las clases monótonas y pasivas, ha ganado terreno en diversas disciplinas y niveles educativos. ​​​​ Pero, ¿qué es exactamente el aprendizaje activo? ¿Cómo se implementa? ​ ¿Y qué dicen los estudios sobre su impacto? ​​​ En este artículo, exploraré estas preguntas, porque, después de todo, aprender también puede ser divertido.

Definiciones de aprendizaje activo

El aprendizaje activo, en términos simples, es una metodología que coloca al estudiante en el centro del proceso educativo, promoviendo su participación activa en lugar de ser un receptor pasivo de información. ​​​​​ 

Según Bonwell y Eison (1991), el aprendizaje activo implica actividades que requieren que los estudiantes hagan algo más que escuchar; deben leer, escribir, discutir o resolver problemas. ​​​ En otras palabras, es como pasar de ser espectadores en un partido de fútbol a ser jugadores en el campo. ​​​

Freeman et al. ​ (2014) amplían esta definición al señalar que el aprendizaje activo no solo involucra la acción física o verbal, sino también el compromiso cognitivo. ​ Los estudiantes deben reflexionar sobre lo que están haciendo y por qué lo están haciendo. ​​​ Es como cocinar: no basta con seguir la receta; hay que entender por qué se agrega sal y no azúcar al guiso.

El proceso del aprendizaje activo

Implementar el aprendizaje activo no es simplemente decirle a los estudiantes: “¡Participen más! ​​​​​”. Requiere un diseño cuidadoso y una ejecución estratégica.

Según Prince (2004), el proceso comienza con la planificación de actividades que fomenten la interacción y el pensamiento crítico. ​​​Estas actividades pueden incluir debates, estudios de caso, simulaciones, aprendizaje basado en problemas (ABP) y el uso de tecnologías interactivas.

El docente, en este contexto, actúa como un facilitador. ​​​​ En lugar de ser el “sabio en el escenario”, se convierte en el “guía al lado”, proporcionando orientación y retroalimentación mientras los estudiantes exploran conceptos y desarrollan habilidades

Esto puede incluir la formulación de preguntas abiertas, la creación de grupos de trabajo y la integración de herramientas digitales como encuestas en tiempo real o plataformas de aprendizaje colaborativo (Bonwell y Eison, 1991).

Un aspecto crucial del aprendizaje activo es la evaluación formativa. ​ Según Nicol y Macfarlane-Dick (2006), esta evaluación permite a los estudiantes recibir retroalimentación continua sobre su progreso, ayudándolos a ajustar sus estrategias de aprendizaje. Es como tener un GPS que te dice si estás tomando el camino correcto hacia tu destino educativo.

Datos y resultados de los estudios

Los estudios sobre aprendizaje activo han arrojado resultados impresionantes, que podrían hacer que cualquier educador se pregunte por qué no lo implementó antes. ​​​​ Freeman et al. ​ (2014), en un metaanálisis de 225 estudios, encontraron que los estudiantes en clases con aprendizaje activo tenían un rendimiento académico un 6% superior al de aquellos en clases tradicionales (Manami, 2025). ​ Además, la tasa de fracaso se redujo en un 12%. En términos educativos, esto es como pasar de un “suficiente” a un “sobresaliente”.

Otro estudio realizado por Prince (2004) destacó que el aprendizaje activo mejora la retención de conocimientos y la capacidad de aplicar conceptos en situaciones reales. Por ejemplo, los estudiantes que participaron en simulaciones de negocios mostraron una mayor comprensión de los principios económicos y una mejor capacidad para tomar decisiones estratégicas.

En el ámbito de la salud, Barranquero-Herbosa et al. (2022) encontraron que el aprendizaje activo, combinado con estrategias como el aula invertida, mejoró significativamente las habilidades prácticas y el pensamiento crítico de los estudiantes de enfermería. ​ Esto no solo los preparó mejor para los exámenes, sino también para los desafíos del mundo real, como decidir si un paciente necesita una aspirina o una ambulancia.

Conclusión

El aprendizaje activo no es solo una moda educativa; es una revolución que transforma la forma en que los estudiantes aprenden y los docentes enseñan. ​​​​​ Al fomentar la participación, el pensamiento crítico y la aplicación práctica, esta estrategia no solo mejora los resultados académicos, sino que también prepara a los estudiantes para enfrentar los desafíos del mundo real con confianza y creatividad

Así que, si eres docente y aún no has probado el aprendizaje activo, ¿qué estás esperando? Como dirían Bonwell y Eison (1991), “el aprendizaje activo no es solo una opción; es una necesidad”. Y si eres estudiante, prepárate para levantarte de tu silla, porque el aprendizaje activo te hará jugar en el campo, no solo mirar desde las gradas. 

Referencias

  • Babar, S., y Hidayat, M. (2022). ONLINE FLIPPED CLASSROOM (e-FCR): WAY FORWARD IN COVID 19 ERA. Journal of Ayub Medical College Abbottabad, 34(4(SUPPL 1)), 1056-1057. https://doi.org/10.55519/JAMC-04-S4-10282
  • Barranquero-Herbosa, M., Abajas-Bustillo, R., y Ortego-Maté, C. (2022). Effectiveness of flipped classroom in nursing education: A systematic review of systematic and integrative reviews. ​ International Journal of Nursing Studies, 135, 104327. https://doi.org/10.1016/j.ijnurstu.2022.1043271 ​
  • Bonilla, M. D. L. Á., Benavides, J. P. C., Espinoza, F. J. A. y Castillo, D. F. P. (2020). Estrategias metodológicas interactivas para la enseñanza y aprendizaje en la educación superior. Revista Científica UISRAEL, 7(3), 25-36. https://doi.org/10.35290/rcui.v7n3.2020.282 
  • Bonwell, C. C., y Eison, J. A. (1991). Active Learning: Creating Excitement in the Classroom. ASHE-ERIC Higher Education Report No. 1.
  • Camacho, R. J. C. M., Terán, I. Y. L., Lozano, L. J. C., Zapata, R. D. S. y González, A. E. C. (2024). Gerencia Educativa: Estrategias Innovadoras con las IA en el Sistema Educativo de Ecuador. Ciencia Latina Revista Científica Multidisciplinar, 8(4), 6134-6158. https://doi.org/10.37811/cl_rcm.v8i4.12817 
  • Freeman, S., et al. ​ (2014). ​ Active learning increases student performance in science, engineering, and mathematics. ​​ Proceedings of the National Academy of Sciences, 111(23), 8410–8415. ​ https://doi.org/10.1073/pnas.1319030111.​
  • Manami, T.H. (2025) TABLAS DE DISTRIBUCIÓN DE FRECUENCIAS INCOMPLETAS, COMO RECURSO DIDÁCTICO EN LA UAC BATALLAS, DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA BOLIVIANA publicado en Revista Plurais – Virtual, Anápolis – GO, Vol. 15, e2025006, 2025 (77 – 98) ‖ e-ISSN 2238-3751.
  • Nicol, D. J., y Macfarlane-Dick, D. (2006). Formative assessment and self-regulated learning: A model and seven principles of good feedback practice. Studies in Higher Education, 31(2), 199–218. https://doi.org/10.1080/03075070600572090 
  • Prince, M. (2004). Does active learning work? ​​​​​ A review of the research. ​​​ Journal of Engineering Education, 93(3), 223–231. https://doi.org/10.1002/j.2168-9830.2004.tb00809.x
  • Wang, X., Li, J., y Wang, C. (2020). The effectiveness of flipped classroom on learning outcomes of medical statistics in a Chinese medical school. Biochemistry and Molecular Biology Education: A Bimonthly Publication of the International Union of Biochemistry and Molecular Biology, 48(4), 344-349. https://doi.org/10.1002/bmb.21356