¡Hola docente universitario! En esta lección vamos a hablar sobre cómo conducir prácticas orientadas en el aula.
Cuando se trata de enseñar, es fundamental que los estudiantes no solo reciban información, que puedan organizar la nueva información para que al recuperarla tengan la oportunidad de aplicar lo que han aprendido.
En este punto, lo más importante es que nuestro estudiantes reciban la retroalimentación necesaria para mejorar y afianzar sus aprendizajes. Esta retroalimentación solo es posible después de una evaluación.
La importancia de la evaluación, no solo radica en esto, pero la retroalimentación es de las rasgos más importante, de ella depende su calidad. Insisto, no de la calificación, esto es otra cosa.
En pocas palabras, sin evaluación y retroalimentación, no hay aprendizaje significativo. Solo es transmisión de información. Así es como realmente se afianza el conocimiento y se desarrollan habilidades prácticas. Incrementando la autoestima de los estudiantes.
Pero, ¿cómo logramos una práctica orientada de manera efectiva?
Primero y más importante es tener claro cuál es el objetivo de la práctica. Este es quién orientará la práctica, el proceso o taller y cómo le pediremos al nuestro estudiante que evidencie su aprendizaje.
¿Queremos que los estudiantes desarrollen sus habilidades de resolución de problemas? ¿O tal vez queremos que practiquen la aplicación de conceptos teóricos? 0 ¿Qué los transfieran en otro ambiente diferente?
Sea cual sea el objetivo, debemos asegurarnos de que la práctica esté alineada con lo que queremos que los estudiantes logren. Una vez que tenemos en mente el objetivo, es momento de diseñar la actividad de práctica.
Aunque esto pueda ser muy evidente, no estamos pensando en un cuestionario de respuesta múltiple o algún otro timo de verificación de la memoria. Así sea digital o utilice gamificación para disfrazarlo.
Esta debe ser desafiante, pero no abrumadora. Busquemos un equilibrio para que los estudiantes se sientan motivados a participar y puedan experimentar el éxito a medida que avanzan.
Acá podemos pensar en un análisis de caso o de Aprendizaje Basado en Proyecto (ABP), de taller incluso de la creación de un documento, una infografía o un mentefacto con el que se logre el objetivo. Personalmente me inclino por los primeros.
Durante la práctica, es fundamental que estemos atentos a las necesidades individuales de los estudiantes. Algunos pueden necesitar más orientación, mientras que otros pueden estar listos para enfrentar desafíos adicionales.
Estar presentes y disponibles para brindar apoyo es crucial para asegurarnos de que todos estén participando y, en consecuencia, estén aprendiendo de manera significativa.
Es decir: Que estén recuperando la información de la memoria a largo plazo y la estén usando para lo que diseñamos la práctica orientada en la memoria de trabajo con un resultado esperado. Esto evidenciaría el aprendizaje de los estudiantes.
Recuerde, esta es una práctica orientada, no una evaluación, (y una evaluación no es una calificación), te ofrezco excusas por insistir en este punto, pero es, creo yo, de los más importantes: saber diferenciar cada uno.
Finalmente, después de la práctica orientada, tómate el tiempo para reflexionar con tus estudiantes. Pregúntales sobre sus experiencias, qué encontraron desafiante y qué estrategias utilizaron para superar obstáculos.
El diálogo abierto puede ser muy enriquecedor y nos permite conocer mejor a nuestros estudiantes. Ellos también pueden sugerir mejoras en la práctica orientada, no se te olvide que sus mejores maestros, son sus estudiantes. Pregúnteles y que hagan parte de las mejoras en su diseño.
Recuerda, la práctica orientada no solo se trata de que los estudiantes hagan ejercicios, ¡sino de guiarlos hacia un verdadero y efectivo aprendizaje significativo! ¡Sigue estos consejos y verás cómo tus estudiantes se involucran de manera más activa y efectiva en el aula!
Nos vemos en la próxima lección.